Clima de Santa Cruz
Por su latitud, el territorio provincial está sometido a la acción de los vientos que soplan constantemente desde el oeste, interceptados por la cordillera, y a la circulación del aire polar proveniente del sur. Su gran desarrollo norte-sur determina un acentuado gradiente térmico en ese sentido, acorde con la variación de la radiación solar. En tanto los contrastes de relieve originan una disminución de la temperatura de este a oeste.
Los vientos provenientes del Pacífico, cargados de humedad, junto a las variables morfológicas y térmicas, determinan la existencia de dos tipos de clima fundamentales: frío húmedo y árido frío, ambos con escasa aptitud para el desarrollo de la agricultura.
En el área de montaña, donde domina el clima frío húmedo, se producen precipitaciones orográficas debido a que los vientos del oeste están obligados a ascender y depositar su humedad en forma de lluvia o de nieve sobre las vertientes occidentales de los cordones. La media anual de lluvias es superior a 1 000 mm.
Sobre las altas cumbres aparece el frío nival, al que se asocia la formación de los glaciares de montaña y el campo de hielo continental, que alimenta numerosos glaciares, entre los que se destacan el Upsala, por su tamaño, y el Perito Moreno.
A menos de 60 km al este del filo cordillerano, dominan las áridas mesetas; allí las precipitaciones disminuyen a menos de 200 mm anuales y se presentan en forma de lluvias invernales o nevadas.
Los vientos del oeste, a pesar de sufrir cierto recalentamiento en su descenso, son siempre violentos, fríos y desecantes, con ráfagas que superan los 50 km/h. Las corrientes de aire polar, que circulan sin obstáculos, provocan bruscas caídas térmicas, barren la inmensidad de las mesetas e intensifican la erosión eólica. Solo a escasa distancia de la costa y en el sector austral, por su configuración peninsular, se deja sentir la influencia moderadora del mar.
La combinación de estos factores permite identificar tres áreas distintas en el ámbito del clima árido frío. El área desértica central posee notables amplitudes térmicas diurnas y estacionales, originadas por la escasa humedad absoluta y la morfología plana.
La zona austral, al sur de Río Gallegos, es la más húmeda, con precipitaciones superiores a 200 mm anuales -consecuencia de la proximidad del mar, la baja altura de la cordillera a esa latitud y las discontinuidades propias del tallado glaciar, que permiten el paso de vientos húmedos-.
Por último, la tercer área es la costa, franja de insignificante desarrollo, pues los vientos del oeste limitan la influencia marítima. No obstante, ocurre aquí un ligero aumento de las precipitaciones, porque los procesos termodinámicos de la atmósfera, alternados por la presencia del frente cordillerano, comienzan a recomponerse cuando alcanzan el extremo oriental, permitiendo la descarga de las nubes altas sobre el litoral.
A esas lluvias se suma la acción reguladora de la masa oceánica, que atenúa tanto el frío invernal como el grado de aridez por el beneficio de los rocíos sobre el balance hídrico.