Clima de San Juan
La provincia se encuentra influenciada por dos climas: hacia el oeste el clima árido de alta montaña, con temperaturas medias anuales inferiores a los 12°C, amplitudes térmicas diarias y anuales muy marcadas, y precipitaciones nivales y puntuales; y hacia el este, el clima árido de sierras y bolsones, con temperaturas medias anuales entre los 14 y los 18°C, amplitudes térmicas muy marcadas tanto en el día como en el año, y precipitaciones insuficientes, torrenciales en verano.
Si a la lejanía del océano Atlántico, fuente de vapor de agua, por el este, le sumamos las elevadas cumbres andinas del oeste, que separan a la provincia del océano Pacífico, comprendemos la razón de las escasas precipitaciones, que en la mayor parte de San Juan no superan los 200 mm anuales.
Habría que destacar que las Sierras Pampeanas, extendidas en las provincias de La Rioja y Córdoba, hacen precipitar la humedad que portan los vientos atlánticos y que cuando estos llegan a las primeras estribaciones orientales de San Juan, su contenido de humedad es ya muy escaso y prácticamente no se producen lluvias, o a lo sumo algunos chaparrones en el interior de las sierras, hecho que, por otra parte, ocurre solamente en el verano. Podemos encontrar mayores precipitaciones en el extremo sudoeste.
La coincidencia de las precipitaciones con las más altas temperaturas tiene un negativo efecto en el balance hídrico. Prácticamente todo el territorio carece de precipitaciones, salvo en las altas cumbres de las cordilleras del Límite y Frontal, en las que en invierno se registran fuertes nevadas, cuya fusión alimenta al caudaloso río San Juan en el verano.
Las alturas impiden casi totalmente el paso de los vientos provenientes del anticiclón del Pacífico, vientos que, dadas ciertas condiciones en el lado argentino, ingresan en los valles y quebradas como una ola cálida y seca, conocida como viento Zonda, que quema la vegetación y tiene un efecto depresivo sobre los habitantes. El viento Zonda ingresa desde el oeste y la disposición de los valles hace que, según las localidades, sople desde el norte.
Esa configuración facilita el ingreso de masas de aire provenientes del sur, que en invierno producen temperaturas rigurosas y provocan las temibles heladas tardías, destructoras de cosechas.