Relieve e Hidrografía de Neuquén
En Neuquén existen tres tipos de sistemas orográficos diferenciados: los Andes de Transición, los Andes Patagónicos y los Patagónides. Los dos primeros sistemas surgieron de grandes movimientos tectónicos acompañados por intensas efusiones volcánicas; en cambio, el último es más antiguo, mucho más erosionado y con una conformación geológica diferente.
Los Andes de Transición están formados por dos cordones paralelos: uno ubicado sobre el límite con Chile, que actúa como divisoria de aguas entre el Atlántico y el Pacífico, pero no contiene las mayores alturas; y otro ubicado en forma paralela pero más hacia el este.
El primer sector forma un encadenamiento continuo de alturas no muy elevadas y frecuentes pasos transitables. El límite oriental de esta cadena está formado por las cuencas de los ríos Neuquén y Agrio. Este tramo recibe los beneficios de los vientos del Pacífico y en sus zonas más bajas es común encontrar las primeras manifestaciones del bosque austral.
El sector occidental está formado por cadenas cortas, aisladas entre sí por los valles de los ríos de la cuenca del Neuquén que fluyen hacia el este. En el sector oriental, las alturas, sobre todo en el norte, son muy considerables y mayores que en el sector occidental.
Desde el paso de Pino Hachado hacia el sur se extienden los Andes Patagónicos. Son bloques aislados, divididos por pasos cordilleranos muy bajos y lagos glaciarios. Dichos bloques se alinean generalmente de norte a sur, pero cuando han sido seccionados por los grandes lagos pueden adoptar una dirección oeste-este.
El modelador fundamental del paisaje ha sido la acción glaciaria. Por ende, alternan picos muy agudos y recortados, típicos de la erosión de los glaciares y, en menor medida, del vulcanismo, con algunos de los ejemplos más perfectos de conos volcánicos, como en el caso del Volcán Lanín.
La cordillera sigue marcando la divisoria de aguas hasta el Lago Lolog, al sur del cual el Lago Lacar marca el primer caso de drenaje que desde territorio argentino fluye hacia el Pacífico, hecho que se repite hasta el extremo sur de la provincia de Santa Cruz.
Los Patagónides son encadenamientos bajos que difícilmente superan los 2 000 m de altura y que se adosan a las anteriores formaciones por el este. La erosión eólica y glaciaria ha aplanado sus cumbres, excepto en algunos casos aislados como en la Sierra del Espinazo del Zorro, al oeste de Zapala.
Estas elevaciones aplanadas reciben localmente el nombre de “pampas” y se caracterizan por una singular inclemencia en invierno, fruto de su exposición a los vientos del oeste y su altura. Estas pampas son el paso obligado para el tránsito entre la zona andina y el oriente neuquino, como ocurre en la Pampa de Lonco Luán, que conecta al Lago Aluminé con Zapala. Los Patagónides actúan como paravientos de las corrientes húmedas que logran traspasar los Andes Patagónicos.
En el resto de la provincia, el tipo de relieve predominante es una meseta que va perdiendo gradualmente altura hacia el este, pero no es homogénea sino que se altera con serranías bajas, cañadones, valles fluviales y bajos. Las serranías pueden originarse tanto en movimiento de la corteza como en la actividad volcánica. Un ejemplo notable de esto es la Sierra de Auca Mahuida, en el extremo nordeste de la provincia.
Los valles fluviales son el resultado de la acción erosiva de los grandes ríos locales, fundamentalmente del Neuquén y del Limay. Debido a la pendiente, estos ríos aquí corren encajonados, sobre todo en sus primeros tramos, y van formando valles más anchos solo en sus tramos finales: el Limay se recuesta contra la barranca rionegrina y el Neuquén, alternativamente a una y otra banda.
Los bajos son extensas depresiones relativas, formadas usualmente por hundimientos aislados de la corteza. En Neuquén, los bajos son típicos del borde oriental y se continúan en la provincia de Río Negro. Han adquirido singular relevancia las depresiones gemelas que se ubican cerca de la margen derecha del río Neuquén, conocidas como cuenca de las Barreales-Mari Menuco.
Con la sola excepción del Lago Lacar, que desagota hacia el Pacífico a través del pequeño Lago Nonthué y del río Hua-Hum, la totalidad de la provincia se relaciona con los desagües de los ríos patagónicos hacia el Atlántico. En la provincia existen tres colectores principales: los ríos Colorado, Neuquén y Limay.
El Colorado limita a la provincia por el norte y deslinda jurisdicción con Mendoza. Se forma con la confluencia de los ríos Barrancas y Grande, que provienen de la provincia mendocina. El Barrancas nace de una serie de pequeñas lagunas cordilleranas, La Negra y La Fea, y algo más abajo atraviesa un embalse natural, la Laguna de Cari Lauquen, la cual se vació bruscamente al romperse el dique natural que la contenía hacia fines de 1914.
El río Colorado, después de formarse, se comporta prácticamente como un curso alóctono.
El río Neuquén desarrolla la totalidad de su cuenca dentro de la provincia a la que da su nombre y es el responsable de la mayor parte de los drenajes al norte del paralelo 39° sur.
Sus fuentes del norte se encuentran en las Lagunas de Varvarco Campos, en los Andes de Transición, pero salvo en ese caso y en el de las cabeceras del Agrio (emisario del lago homónimo), la mayor parte de los afluentes no poseen lagos regulares en sus cursos superiores. De allí que el comportamiento hidrológico del Neuquén esté caracterizado por crecidas muy bruscas, coincidentes con deshielos o con precipitaciones extraordinarias.
El potencial peligro que representan esas crecidas ha sido paliado en buena medida por la construcción del Canal Derivador hacia el Lago Pellegrini en Río Negro y por el Embalse de Cerros Colorados, que absorben los excesos de caudal.
Las cabeceras del Neuquén, al norte de Chos Malal, están formadas por una densa red de ríos y arroyos, como el Trocomán. Hacia el sur, el afluente más importante es el Agrio, colector de los derrames andinos desde Copahue hasta Pino Hachado. Al recibir más al sur al Arroyo Covunco, el Neuquén deja prácticamente de admitir afluentes hasta confluir con el Limay para formar el Río Negro.
El Limay, si bien nace en el Lago Nahuel Huapi, en el extremo sur del Neuquén, recibe los aportes de los afluentes que provienen de la banda occidental. Estos se alimentan de las abundantes precipitaciones de los Andes Patagónicos y poseen en sus cabeceras abundancia de lagos que regulan sus caudales en forma eficiente y que evitan las crecidas bruscas, excepto en los casos del río Traful, que desagota directamente hacia el Limay en forma independiente, y del Lago Lacar, que lo hace hacia el Pacífico.
Los Andes Patagónicos organizan su drenaje hacia el Limay formando un sistema que utiliza como colector al río Collón Curá. Las fuentes más septentrionales se hallan en el Lago Aluminé y las más meridionales en el Falkner.
Luego del Collón Curá, el Limay casi no recibe más afluentes permanentes que el río Picún Leufú, cuyo valle ha sido parcialmente invadido por el enorme lago artificial Ezequiel Ramos Mexía, formado por el endicamiento del Limay en el Chocón.