Relieve e Hidrografía de Misiones
La meseta misionera constituye el reborde meridional del macizo de Brasilia, integrado por varias capas de basalto de diferentes edades. Muy erosionado, forma las serranías conocidas con los nombres de Sierras de Imán, Misiones y de la Victoria o Santa Victoria.
Las elevaciones actúan a modo de columna vertebral del territorio, ganan altura hacia el nordeste y culminan en la zona que media entre San Pedro y Bernardo de Irigoyen. Las sierras de Imán y Misiones llevan la divisoria de aguas entre los ríos Paraná y Uruguay y las de la Victoria, entre el Paraná y el Iguazú.
Temperaturas constantemente elevadas y abundantes precipitaciones han contribuido a la modelación y remodelación de este paisaje a través de distintos ciclos erosivos.
De ello ha resultado una multitud de valles labrados por una copiosa y bien integrada red hídrica que a trechos evidencia cambios de rumbo muy bruscos. Estrechamente encajonados en las nacientes, ríos y arroyos forman saltos y cascadas al salvar cada uno de los escalones derivados de la presencia de los sucesivos mantos de basalto.
A medida que desciende hacia el colector principal, el valle se amplía y la energía del relieve disminuye a una zona de colinas y terrazas hacia las márgenes de los grandes colectores. Esta franja de amplitud creciente hacia el sur está más desarrollada sobre la costa del Paraná que sobre la del Uruguay.
La tierra roja es uno de los rasgos más llamativos del paisaje misionero. Ella es el resultado del proceso de alteración de basalto bajo condiciones de clima cálido y húmedo. El relieve y el tapiz vegetal influyen en ese proceso generando un mosaico de tonalidades diversas que van desde los rojos violentos a los rosados suaves, según la posición topográfica y el grado de alteración de la roca madre.
La Peniplanicie de los Apóstoles está integrada por tierras bajas, de suaves ondulaciones. Se ubica en el sur con un relieve maduro que tiene relictos de una antigua peniplanicie con montes aislados.
La baja densidad fluvial refleja una menor precipitación a la que se adapta la vegetación. Esta configuración favoreció la penetración de los jesuitas y el asentamiento de sus reducciones y más tarde, a fines del siglo XlX, la instalación de las colonias agrícolas, aunque los métodos inapropiados y los problemas climáticos provocaron la decadencia de esta actividad.
La Serranía Central corresponde a un relieve muy erosionado del antiguo altiplano. Presenta un dorso longitudinal que divide los desagües y en el que los cerros suavemente ondulados se suceden en forma ininterrumpida. Este conjunto serrano que desde Cerro Azul se extiende hasta Fracrán a lo largo de la RN Nº14 ha sido modelado por la red fluvial que surca valles estrechos y sinuosos para desembocar en los ríos Paraná y Uruguay.
Hacia el noroeste aumentan las pendientes pero el relieve es suave, de suelos rojos bien drenados y textura arcillosa. Las serranías de la vertiente del Paraná tienen una pendiente corta y muy abrupta, con algunos ramales que descienden elevados hasta alcanzar la costa, como los que enmarcan los valles de los arroyos Garuhapé, Paranay Guazú y Piray-Guazú. La vertiente del Uruguay tiene características similares pero la longitud de pendiente es mayor, con descenso casi escalonado.
El primer tramo de la planicie ondulada del río Paraná se extiende desde el arroyo Yabebiry hasta el arroyo Aguaray Guazú. La franja costera se estrecha hacia el norte. El relieve, modelado por los ríos, es suavemente ondulado hasta interrumpirse en el Garuhapé. El río Paraná, primitiva vía de circulación, presenta barrancas elevadas y rocosas que requieren en todas partes de instalaciones especiales para los puertos.
Al norte del arroyo Aguaray Guazú aumenta la altitud pero el relieve es suave, casi plano. Los suelos rojizos oscuros, bien drenados y profundos, tienen muy buena aptitud para cultivos perennes que en la actualidad se asocian a forestaciones.
La Altiplanicie de San Pedro es el resto más evidente de la antigua altiplanicie que presenta laderas muy empinadas con afloramiento en los valles de la red fluvial, allí se abren en abanico los ríos San Antonio, Uruguay, Piray-Miní, Piray Guazú, Yabotí Miní y Pepiri Guazú.
Predomina en la provincia la frontera hídrica. La enmarcan tres ríos caudalosos: Uruguay, Paraná y los tributarios del Iguazú, el que poco antes de desaguar forma las renombradas cataratas.
Estos colectores de la cuenca del Plata han sido históricamente vías de penetración al territorio y hoy son fronteras vivas por el nivel de intercambio que se produce entre las poblaciones de las ciudades gemelas que sobre ambas márgenes actúan como lazo de unión con los países fronterizos: Posadas-Encarnación con Paraguay; Puerto Iguazú-Foz do Iguaçu, Alba Posse-Puerto Mauá y San Javier-Puerto Xavier con Brasil.
República Argentina 40 117 096 habitantes.
Provincia de Misiones 1 101 593 habitantes.
Sus cursos caudalosos son encajonados y torrentosos por la configuración del lecho cuyo afloramiento basáltico origina rápidos y saltos que brindan un potencial energético de gran magnitud. Su carácter de recursos compartidos obliga a la concertación de intereses con los países vecinos. El agua del Paraná diseña el límite con la provincia de Corrientes, excepto en el tramo que vincula las nacientes de los arroyos Itaembé con las del Chimiray, que vierte al Uruguay.
En la altiplanicie de Bernardo de Irigoyen, una distancia de 20 km separa las nacientes del río San Antonio -que vuelca al Iguazú-, de las del río Pepirí Guazú -que tributa al Uruguay-. Esta es la frontera seca con Brasil y constituye un punto altamente vulnerable como consecuencia de las diversas políticas de poblamiento aplicadas por los dos estados fronterizos.