Biomas de La Rioja

La provincia se encuentra sobre tres grandes biomas: la estepa de altura, el monte y el bosque chaqueño.

La estepa de altura se encuentra en la zona oeste. Está integrada por gramíneas, que forman matas circulares o semicirculares de pastos duros, y lugares de suelo prácticamente desnudo, con predominio de jarilla, que ha sido objeto de destrucción casi total, por ser única fuente de provisión de leña.

El monte está en la zona central, donde la vegetación se presenta bajo la forma de arbustos con tendencia a crecer en forma aislada. Los árboles crecen en zonas donde las napas de agua son poco profundas. Allí encontramos entre otros, jarilla, retamo y chañar.

Por último, en la zona este se presenta el bosque chaqueño, con vegetación predominante de bosque xerófilo y ejemplares como quebracho colorado chaqueño, quebracho colorado santiagueño y quebracho blanco, entre otros.

La combinación de las variaciones altitudinales de suelo y temperatura incide sobre las áreas salinas, donde prosperan las especies halófitas como vidriera, zampa y pasto salado, entre otros.

En los llanos y hasta su cumbre en la boca de las quebradas, se desarrolló el algarrobal, intensamente explotado, cuyo renoval ha sido reemplazado por especies más xerófilas, adaptadas a la falta de agua y la fuerte insolación. En consecuencia, la presencia del algarrobal se redujo a las húmedas y umbrías quebradas, donde prospera el estrato arbustivo con enredaderas.

Jarilla, matas espinosas y grandes cardones trepan las laderas de los cerros hasta llegar a la estepa de pastos duros, que anuncia la presencia de cumbres pobladas de prados graminosos, sostén de las veranadas para la ganadería.

En las elevadas montañas del noroeste, de suelos pedregosos y clima frío, las temperaturas son más bajas que en La Puna y con cambios bruscos. Las nevadas irregulares humedecen los suelos y al fundirse forman charcas donde abrevan los animales. Predomina la vegetación esteparia, reducida a pequeños arbustos enanos, de profundas raíces, castigados por los fuertes vientos. Es esta un área inhóspita y prácticamente desértica, verdadero refugio de la fauna silvestre, como por ejemplo, rebaños de vicuñas.

Los habitantes típicos de los bolsones y quebradas son el guanaco, la llama y la vicuña.

También hay chancho del monte, zorro, hurón, zorrino, cuis, conejo, liebre, vizcacha y distintos tipos de roedores y armadillos, entre los que se cuenta el pichi-ciego (en peligro de extinción), el gato montés, el gato de los pajonales y el puma. Este último es el animal más perseguido en toda la provincia: a su acción depredadora se debe la disminución del número de vicuñas en los valles y en las quebradas, y la casi extinción de la chinchilla, un roedor de piel muy apreciada.

Además pertenecen a la fauna típica de esta zona el lagarto, la lagartija y la iguana, las víboras yarará, cascabel y de coral, cuyo veneno se aprovecha para la producción de suero antiofídico, la boa de las vizcacheras, la vinchuca, (transmisora del mal de Chagas que habita en ranchos y viviendas precarias). Encontramos aves como águila, halcón, gavilán, urraca, loro, ñandú, garza y cigüeña, entre otras.

 

Área natural protegida

El establecimiento de áreas naturales protegidas en la provincia tiene entre sus objetivos preservar los ecosistemas naturales representativos de las diversas regiones biogeográficas, asegurando su equilibrio y la continuidad de los procesos evolutivos y ecológicos. Ellas se dividen en parque nacional, parque provincial, reserva de vicuñas y protección de ecosistema.

El Parque Nacional Talampaya, se creó para la conservación de importantes yacimientos paleontológicos y arqueológicos. Talampaya, junto a la Reserva Provincial de Ischigualasto, constituyen un sitio de gran importancia mundial por la abundancia de yacimientos paleontológicos y arqueológicos que albergan, motivo por el cual fueron declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

La flora característica está compuesta por retamo, jarilla, brea, cactáceas -como el «puqui»-, varios tipos de cardones y bosques abiertos con algarrobos. Entre los componentes de la fauna es frecuente encontrar en las cercanías de la entrada al parque, zorro gris, chuña de patas negras y calandria mora.

Los altos paredones son utilizados como apostaderos por aves rapaces, como el cóndor andino, el águila mora y el halcón peregrino.

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