Clima de Jujuy
El relieve influye en la disposición de la variedad de climas, ya que la provincia se encuentra bajo el clima árido de alta montaña en el sector oeste con temperaturas medias inferiores a los 12°C, amplitudes térmicas diarias marcadas y escasas precipitaciones en forma de nieve. En el sector central se encuentra el clima subtropical serrano con temperaturas medias entre los 12 y los 18°C, las precipitaciones son de tipo orográficas y superiores a los 600 mm en verano, aunque pueden superar los 1 500 mm en algunos sectores. Finalmente al sureste el clima subtropical con estación seca, donde las temperaturas son superiores a los 20°C y las precipitaciones anuales oscilan entre 600 y 1 000 mm concentradas en los meses más cálidos.
Los vientos húmedos del océano Atlántico son atraídos por un centro de baja presión inducido por las altas temperaturas en el verano, ubicado en el centro-norte del país. Al encontrarse dichos vientos con las sucesivas alturas, sufren el proceso de ascenso, condensación y precipitación, que abarca toda el área de las Sierras Subandinas y sectores de los cordones más orientales de la cordillera Oriental, aunque con las variaciones que impone la altura.
En las laderas o quebradas también se dan condiciones de microclima, según su exposición a los rayos solares y vientos húmedos, con vegetación xerófila en las proximidades de la selva. En invierno se produce una alteración en los elementos del clima: con la disminución de la temperatura y el aumento consiguiente de la presión, cesa el empuje de los vientos atlánticos y escasean las lluvias en esta estación.
Las diferencias altitudinales influyen en los promedios térmicos. Obviamente, los mayores promedios anuales se encuentran en el norte del bajo valle de San Francisco y disminuyen a medida que ascendemos por las sierras. Igual situación termométrica se registra en la Quebrada de Humahuaca, que si bien en su boca sobre el Valle del Jujuy llega a los 1 000 mm de pluviosidad anual, siempre concentrados en el estío, es ganada rápidamente por la aridez y la sequedad del aire, asociadas a mayores amplitudes térmicas.
En el altiplano puneño, la aridez casi sin comparación y la sequedad ambiente son causas de la elevada altura que debe alcanzar el límite inferior de las nieves permanentes, precisamente por el obstáculo que se ha debido atravesar.
Algunas lluvias y granizadas que se condensan en las cimas de los cerros alcanzan el sediento suelo, aunque raramente llegan a los 300 mm anuales, concentrados en el verano. También se registran algunas nevadas invernales. Un alto coeficiente de heliofanía (período de tiempo durante el cual el lugar de observación ha recibido radiación solar directa) aumenta la sequedad y las heladas son un hecho prácticamente diario.
La elevada altura corrige la latitud tropical, en tal forma que tenemos aquí un clima frío a muy frío en invierno, aunque su principal característica térmica es la gran oscilación diaria, con frecuentes diferencias de 20°C en pocas horas; la consecuencia de ello es el resquebrajamiento de las rocas y la formación de depósitos de escombros.
Pero el elemento climático que afecta más directamente al hombre es el enrarecimiento del aire provocado por la altura, que se manifiesta como, precisamente, el llamado mal de puna, debido a la disminución de la presión y del contenido de oxígeno en la atmósfera.