Relieve e Hidrografía de Río Negro
Se encuentran dos áreas bien diferenciadas. Esto se debe fundamentalmente a la presencia en el oeste de un fragmento de los Andes Patagónicos y, entre estos y la meseta oriental, una serie de sierras más bajas, en parte formadas por efectos del plegamiento andino y en parte por una estructura independiente y más antigua, llamada Sierras de los Patagónides. Constituyen bloques aislados y cadenas cortas, separados por depresiones ocupadas por lagos y por profundos valles fluviales.
En el borde occidental, esos cortes entre bloques corresponden a pasos cordilleranos relativamente bajos; el más importante dentro de la provincia de Río Negro es el Paso Pérez Rosales.
El relieve va perdiendo gradualmente altura y complejidad hacia el este. Aproximadamente a los 70° de longitud oeste se convierte ya en un área de serranías, colinas y mesetas bajas, cuyas alturas absolutas siguen decreciendo hacia la costa, con amplios sectores llanos o muy suavemente ondulados. En esta zona, genéricamente denominada meseta, se distinguen cuatro tipos de relieve diferenciados: las mesetas volcánicas, las sierras, los bajos y los valles fluviales.
Las mesetas volcánicas se encuentran por lo general aisladas en el ámbito llano; la más notable es la Meseta de Somuncurá en el centro-sur, de formación basáltica, con alturas que superan los 900 m. Esta diferencia de nivel es suficiente para que en su cima se produzcan precipitaciones más intensas que en el resto de la meseta y se formen reservorios de agua que mejoran la disponibilidad del recurso en las tierras circundantes, ya sea en forma de cursos semi-permanentes o como vertientes naturales.
Las serranías se originan en la acción combinada de movimientos de ascenso y descenso de la corteza, las acumulaciones localizadas de sedimentos y la acción erosiva del viento y el agua sobre áreas con diferencias geológicas. Estas formaciones no son altas y revisten importancia local como paravientos o dispersores de drenaje. Además esconden yacimientos minerales de gran valor.
Los bajos son áreas de relieve negativo que se encuentran generalmente alineadas desde la confluencia del río Limay con el Neuquén hacia el sudeste, hasta terminar en el Gran Bajo del Gualicho, al norte del golfo San Matías. En el fondo de estos bajos es frecuente encontrar acumulaciones salinas.
La existencia de mesetas y bajos en forma alternada se debe a que sobre antiguos terrenos tuvieron efecto sucesivas ingresiones marinas, avances y retrocesos glaciarios, acumulaciones de origen volcánico y un constante trabajo de remoción, transporte y acumulación de sedimentos por parte del viento.
Los valles son depresiones relativas formadas por la acción de las aguas, tanto en sus características actuales como pasadas. De allí que tanto el valle de río Negro como el del Colorado tengan dimensiones que no coinciden con los volúmenes de agua transportados actualmente.
Esa diferencia y la progresiva acumulación de sedimentos que se efectúa en los albardones han conformado la silueta característica de los valles patagónicos: un área de fondo plano y ancho que puede llegar a los 20 km, delimitada por bordes muy escarpados y donde el cauce del río no corre por el medio sino recostado sobre una de las bardas.
Existen dos cursos principales con una red de drenaje bien definida y un considerable número de pequeños cursos, generalmente no permanentes.
El límite norte de la provincia está formado por el río Colorado, de tipo alóctono, ya que no recibe afluentes en el tramo de su recorrido que lleva la frontera entre Río Negro y La Pampa. La dirección general del Colorado es hacia el sudeste, salvo en el curso cercano a Colonia Catriel, donde las características estructurales del subsuelo lo obligan a producir un doble cambio de dirección.
Por su parte, el río Neuquén fluye por la frontera entre Río Negro y la provincia vecina homónima.
Es importante por dos factores: primero, porque en el sector mencionado se ha construido el Dique Ingeniero Ballester, a partir del cual un canal derivador desvía parcialmente sus aguas en momentos de crecida hacia la cuenca Vidal, una depresión natural que ha dado lugar a la formación del Lago Pellegrini; y segundo, porque sobre la margen izquierda del Neuquén parte el canal principal de riego utilizado para irrigar la mayor parte del Alto Valle de Río Negro.
Esos dos aspectos han permitido que sobre el valle del río Neuquén en territorio rionegrino se haya desarrollado una importante zona de cultivo intensivo de frutales de pepita.
El río Limay es el más caudaloso de los que forman el río Negro. Emisario directo del Lago Nahuel Huapi, corre en dirección general nordeste dentro de un valle sumamente encajonado, de amplitud variable pero con bordes casi siempre muy empinados. El Nahuel Huapi aporta aproximadamente un tercio del caudal del Limay, y el resto lo suman los afluentes que llegan desde Neuquén por la margen izquierda.
El río Limay recibe escasos afluentes de la margen rionegrina. Los mayores son los ríos Pichi Leufú y Comallo y algunos pequeños arroyos temporarios. Aproximadamente a la altura de la población neuquina de Picún Leufú, el Limay se transforma en un lago artificial, el Embalse Ezequiel Ramos Mexía, formado por el cerramiento del río en la localidad de El Chocón. Aguas abajo de la represa, el valle del Limay prácticamente desaparece y fluye casi como un río de llanura hasta unirse con el Neuquén.
El río Negro, durante su curso sobre el valle fluvial, varía su ancho. Las márgenes son muy altas, sobre todo en el Alto Valle y en el Valle Medio, lo que genera un microclima, dado que sirven como efectivos paravientos. Estas razones, unidas a las grandes superficies planas del fondo del valle, de buena potencialidad agronómica y con posibilidades efectivas de irrigación, hacen del valle de Río Negro una de las mejores áreas del país para el cultivo de frutales de bajo riego.
En el tramo superior, conocido como Alto Valle, el curso principal del río se recuesta sobre la margen sur. En el tramo medio se abre en dos brazos y encierra una serie de islas; la mayor es la Choele-Choel Grande. Luego, a medida que se acerca al océano, su curso se hace más sinuoso.
En la provincia nacen el río Chubut y el río Azul, fluyen hacia el Lago Puelo e integran el Sistema del Manso, que drena hacia el Pacífico. Este sistema hídrico baja de los hielos del cerro Tronador e hilvana a lo largo de su sinuoso curso una constelación de no menos de trece lagos; de algunos es emisario directo y de otros le llegan las aguas a través de distintos afluentes, como en el caso del Lago Fonck.
Los cursos temporarios, en ocasiones, pueden tener importancia local, como es el caso del arroyo Valcheta, que ha dado lugar a un pequeño oasis agrícola aislado en medio de la meseta de Somuncurá. Los arroyos de los Berros y de la Ventana, por su parte, abastecen a Sierra Grande. Muchas veces estos cursos temporarios no alcanzan a formar verdaderos sistemas de drenaje y a menudo terminan en los bajos donde se infiltran o evaporan.
La zona cordillerana es el escenario del desarrollo de un rico sistema lacustre originado por la acción de los glaciares en tiempos relativamente modernos. Esas masas de hielo desaparecieron o bien quedaron exilados a las mayores alturas, como en el Cerro Tronador.
Los lagos juegan un importante papel como reguladores de los sistemas hídricos. A causa de su gran capacidad receptora, los volúmenes de las abundantes lluvias de la zona cordillerana no se incorporan inmediatamente al curso de los grandes colectores sino que lo hacen en forma paulatina a medida que va colmándose el vaso lacustre. Por este motivo las crecientes del Limay nunca son bruscas, ya que está directamente regulado por el Lago Nahuel Huapi.