Relieve e Hidrografía de La rioja

La inclinada estructura de la Cordillera Frontal se levanta en el extremo occidental de la provincia y extiende su flanco oeste hasta alcanzar el territorio chileno. La brusca transición de sus estratos hacia el este se manifiesta en la unión tectónica que los sueldan a la Precordillera, mientras que por sus características morfológicas constituye una zona de transición con la Puna, con la presencia de altos conos volcánicos que se levantan en la vasta altiplanicie, como los Cerros Bonete Grande y Chico.

Los cordones de la Sierra del Veladero y de la Cordillera de la Brea encierran depresiones que han sido rellenadas por sedimentos; aparecen ocupadas por salitrales y lagunas sin desagüe (Laguna Brava y de las Mulas). Los ríos Salado y Blanco alcanzan con sus nacientes las altas cumbres andinas e integran la cuenca del río Blanco, que desciende siguiendo los planos bajos del extenso valle longitudinal que lo separa de la Precordillera.

Actualmente la configuración que ofrece el relieve montañoso riojano es una sucesión de acordonamientos de altura decreciente hacia el este que vincula al ámbito altoandino con el extenso plano de los llanos orientales.

La Precordillera se interpone entre la Cordillera Frontal y las Sierras Pampeanas. Limita con los valles longitudinales de los ríos La Troya y Guandacol al este y del río Blanco al oeste, y se hunde al norte por debajo de la gran estructura del Cerro Bonete. Las cumbres planas de la Sierra de Punilla condensan escasas precipitaciones, cuya violencia genera torrentes que bajan por las fuertes pendientes.

El río Valle Hermoso y la depresión del río Bermejo-Vinchina separan a los cordones pampeanos de Jagüé y Umango del Sistema de Famatina y recogen caudales intermitentes desde el límite con Catamarca, a través de las nacientes de los ríos de Oro y de la Punilla. Estos forman el río Bonete, cuyo magro curso abastece a los asentamientos más occidentales del territorio y, tras su junta con el río del Peñón, atraviesa el Bolsón de Jagüé.

La evaporación de la delgada capa nívea de la Sierra de Punilla contribuye a alimentar los cursos de los ríos La Troya y Guandacol, que constituyen los últimos afluentes en la provincia de La Rioja. En su tramo inferior atraviesa la cuenca de sedimentación del Campo Talampaya.

Durante el largo verano, las lluvias, insuficientes pero torrenciales, provocan súbitas crecientes que colmatan los cañadones y gargantas, activando los arroyos y los ríos durante las escasas ocasiones en que llevan agua, y en donde la humedad del subsuelo sostiene el desarrollo de variedades florísticas que adquieren grandes dimensiones.

Las ásperas y altas cumbres nevadas del Sistema de Famatina, de alturas culminantes en el Cerro General Belgrano, representan el principal distrito minero de la provincia. Las depresiones internas de Famatina guardan depósitos aluviales y pedemontanos, producto de la glaciación que alcanzó a los Nevados y sus adyacencias. Actualmente, sus cumbres conservan las nieves gracias a la altura y la extrema sequedad del ambiente.

Se pueden reconocer dos horizontes de condensación y precipitaciones: uno inferior, de densos bancos de nubes apoyadas sobre la vertiente oriental, y otro superior, donde se producen precipitaciones níveas escasas, sin alcanzar a formar verdaderos glaciares. La fusión de las nieves nutre a una serie de ríos que drenan hacia el este, cuyas aguas dan origen al Valle Antinaco-Los Colorados y riegan el mayor oasis agrícola de la provincia, Chilecito.

Los ríos que componen la cuenca de Chilecito tienen un caudal reducido de creciente estival, no logran unirse a un colector común y se pierden en los campos áridos, como el río Amarillo, Oro o Sarmiento y Miranda. Fuera de estos cursos, solo esporádicas torrenteras surcan los áridos pedregales, como en el extremo sur del Campo de Velasco, cuyas pobres corrientes descienden de las Sierras de Alcuña y Paganzo, atrayendo a la población con sus magros caudales.

La escasez de lluvias provoca que la agricultura dependa del riego. La población se concentra en las zonas con mayor disponibilidad de agua, correspondientes a las terrazas fluviales del Sistema de Famatina y de las Sierras Pampeanas, donde prosperan los oasis riojanos.

República Argentina     40 117 096 habitantes.

Provincia de La Rioja         333 642 habitantes.

Las cuencas sedimentarias de los Valles de Pituil y Chilecito separan la mole granítica de Velasco del Sistema de Famatina y de la Sierra de Sañogasta, que son atravesadas por los serpenteantes caminos de cornisa que salvan las cuestas, entre pabellones de rocas multicolores de curiosas formaciones naturales. La Sierra de Sañogasta ofrece un difícil paso a través de la tortuosa cuesta de Miranda, fuertemente erosionada por el viento.

La Sierra de Velasco constituye el más importante afloramiento pampeano en la provincia, con su típica fisionomía de montañas elevadas que encierran áreas de hundimiento, rellenas por masas sedimentarias que alojan valles, campos y bolsones. El típico perfil abrupto de las laderas occidentales, correspondiente al frente de falla, remata en una línea bien definida que señala el límite entre sierra y llano, del cual emergen las sierras formando la clásica punta.

En la vertiente opuesta, el suave piedemonte que la conecta con el área llana oriental atrae la localización de la población, que aprovecha las napas de agua subterránea y los caudales de los ríos más estables, cuyas aguas, conservadas mediante represas y embalses durante la estación y los años lluviosos, abastecen desde pequeños asentamientos rurales dedicados a cultivos de regadío hasta la ciudad de La Rioja.

La cuenca sedimentaria de los llanos (al sur de la provincia) y de Ambato y Velasco (al oeste) se prolonga hacia el sudeste en la amplia depresión, en cuyo fondo se alojan las Salinas de Mascasín y La Pampa de las Salinas. Lagunas y salares ocupan extensas superficies. Las grandes crecientes estivales extienden los riachos hasta los bajos, donde son desecados por la intensa evaporación y la merma de caudales para riego.

El área carece de aguas superficiales, a excepción de los aportes de sales y arcillas derramados por los ríos Salado al norte y Colorado al sur, que contribuyen a la formación de grandes peladales de color ladrillo, de marcada influencia en la toponimia riojana, donde todo se bautiza con el nombre de Colorado o Bermejo.

El archipiélago que forman las Sierras Pampeanas del sudeste, La Brava, de los Llanos, Malanzán, Chepes, Minas y Ulapes, son bloques de contornos bien definidos y pendiente general hacia el este, que encierran afloramientos cubiertos por sedimentos que proveen abundantes rocas de aplicación.

Hacia la depresión que alojan las salinas de Mascasín y La Pampa, convergen escasos cursos de agua que nacen en las Sierras de Ulapes y San Luis.

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